Otra vez The Economist publicó su índice de democracia, así que otra vez voy a publicar este hilo que hice en Twitter hace un año. Pero ahora acá, así queda. No está muy prolijo redactado, porque claro, era un hilo de Twitter, y Twitter no está hecho para cosas medianamente largas. Pero bueno, acá va.
Otra vez se publicó el «índice de democracia» de The Economist, y ya están apareciendo todas las reacciones de siempre. En Uruguay seguramente tengamos el mismo circo de todos diciendo otra vez que qué genios que somos. Y siempre la constante es tratarlo como un valor objetivo.
Y no es para nada objetivo. Es algo altamente ideológico. Pero lo que pasa con estos índices es que como te tiran un valor numérico al final y un ranking, tenemos el sesgo de asumir que obviamente es algo totalmente objetivo. Pero entrás a mirar, y de objetivo no tiene mucho.
Por ejemplo, me acuerdo hace unos años cuando un «periodista» uruguayo usaba el ranking ese para decir que el voto obligatorio resultaba en peor democracia. Sotelo, incapaz como es, leyó mal el ranking, y en realidad el ranking refleja lo contrario, pero es todavía peor que eso.
Porque si mirás el criterio, tener el voto obligatorio te saca puntos en el índice. ¿Por qué? No es algo objetivo, es una decisión ideológica. Pero dados dos países de otra manera idénticos, el que tiene el voto obligatorio va a tener un puntaje menor.
Y el problema es que esos valores están escondidos. Si te bajás el reporte completo, con las 85 páginas, tenés todo eso. Pero nadie lo hace. Los titulares te hablan del puesto en el ranking, y capaz que un poco de las tendencias. Las primeras diez páginas del reporte, digamos
Y así como tenés el voto obligatorio sacando puntos tenés montones de otras decisiones puramente ideológicas. Por ejemplo esta, que ojo, estoy totalmente de acuerdo que es mejor eso. Pero es una postura ideológica.
O esta otra, en la que «sufragio universal» no significa universal en serio, porque «total casi nadie lo hace».
Y después tenés cosas como estas, que son directamente irrelevantes, pero ayuda a mantener la idea (falsa) de que capitalismo y democracia son compatibles.
O esta otra, que básicamente te penaliza si intentás tener un sistema político sin partidos, por más democrático y participativo que sea.
Al final, el índice es lo que es. Como todos los índices, altamente ideológico. Me gustaría que nos dejáramos de tratar a todos estos índices como verdades absolutas. Al final son sólo la opinión de alguien.